Desde la Asociación Madrileña de
Trabajadores y Trabajadoras en Arqueología (AMTTA) os presentamos el proyecto Combates por la Historia. Un proyecto de
Arqueología Pública, de divulgación, de socialización de la ciencia, de
transferencia del conocimiento... en definitiva un proyecto arqueológico y
político. En palabras de L. Febvre, del libro al que hemos robado el nombre:
“Hacer Historia, enseñar Historia: remover cenizas, unas ya frías y otras todavía
tibias, pero siempre cenizas, residuos inertes de existencias consumidas...”.
Nuestros Combates por la Historia nacen de la frustración que como
profesionales de la Arqueología hemos albergado en los últimos años. Tiempos en
los que hemos pasado a ser plenamente conscientes de nuestra conversión de
científicos/as sociales que generamos conocimiento histórico para la sociedad
en la que vivimos -como nos decían en la carrera y los principales manuales al
uso- a técnicos/as cualificados/as que liberamos suelo en aras de un
desarrollismo que a día de hoy se entiende ampliamente como pernicioso,
destructivo y mafioso. Por centrarnos en la Comunidad Autónoma de Madrid ¿que
le ha llegado a la gente de las más de 800 intervenciones arqueológicas del año
2006 o de las más de 650 del 2007, por centrarnos en los años con mayor volumen
de obra? Prácticamente nada. Con Combates
por la Historia perseguimos el doble objetivo de dar a conocer nuestra
profesión, de dignificarla y de dignificarnos. Por otro lado queremos que el
conocimiento histórico generado en estas “destrucciones científicas” y que
posteriormente ha sido sepultado por urbanizaciones, polígonos industriales,
autovías o ferrocarriles, llegue por fin a la sociedad.
En nuestras ciudades no faltan carteles y
placas históricas. No. Hay muchos ya. Puestos por la administración en la
mayoría de los casos. Pero que casi exclusivamente tienen en cuenta a los
prohombres de la patria (en esta casa nació fulano, aquí se encontraba la
academia donde estudió mengano...). Aquella falsa Historia antisocial
fundamentada en fechas, reyes y personajes preeminentes que hace casi 100 años
la escuela de Annales ya denunciaba. Cuando no directamente imponen unas formas
muy específicas y sesgadas de la Historia, una particular memoria histórica de
aquellos que, curiosamente, dicen despreciar la misma. Como ejemplo sirvan los
fastos y actos públicos orquestados por el gobierno de la Comunidad de Madrid
en el bicentenario de la Guerra de Independencia bajo el título “Un pueblo, una
nación”, cercenando una vez más el carácter crítico y explicativo de la
Historia bajo el prisma monolítico del nacionalismo. Como ya escribió el propio
Karl Marx a mediados del s. XIX, este primer
levantamiento espontáneo en 1808 surgió del pueblo, mientras que las clases
«bien» se habían sometido tranquilamente al yugo extranjero. Un texto que fue
leído en una asamblea del 15M a propósito de cómo nuestros gobernantes se
doblegaban hoy día a los nuevos poderes extranjeros, los mercados
internacionales. Otro ejemplo más lo encontramos en la exposición “711.
Arqueología e Historia entre dos mundos” que a día de hoy puede verse en el
Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares. Por fin una exposición
arqueológica sobre el pasado musulmán de España. Qué pena que en la
inauguración el alcalde de Alcalá de Henares hiciera una alabanza al
cristianismo y a los Reyes Católicos como verdaderos pilares de la hispanidad,
despreciando, por enésima vez, un aparte fundamental de nuestro pasado y de
nuestra cultura. Ya conocemos lo que al respecto piensa algún expresidente del
gobierno.
Resulta urgente, por lo tanto, una
actividad (contra)informativa sobre la historia de los barrios, los pueblos y
las ciudades, que entendemos que se puede realizar de forma sencilla a partir
de la colocación de una señalización en forma de carteles impresos. En este terreno,
planteamos la realización de trabajos originales de muy bajo coste sobre redes
históricas alternativas, en la forma de carteles con mapas insertos en rutas
específicas (Paleolítico, Medieval Islámico y Cristiano, Guerra Civil... y las
que vayan surgiendo) cuyos hitos serán pegados en los lugares a los que se haga
referencia, con el fin de dar a conocer de forma crítica y buscando la
problematización de la historia de barrios y pueblos, la de sus moradores, sus
experiencias históricas y sus modificaciones, con el fin de rechazar un modelo
depredador, consumista y desinformador de las visitas “turísticas” al uso. Por
lo tanto Combates por la Historia lo
entendemos no sólo como un proyecto de marcación sino también de
contramarcación, intentando generar una construcción colectiva de estas marcas,
un marco referencial que permita desarrollar “proyectos genealógicos” que, en
palabras de Michel Foucault, serían aquellos que procuran “el acoplamiento de
los conocimientos eruditos y las memorias locales, acoplamiento que permite la
constitución de un saber histórico de las luchas y la utilización de ese saber
en las tácticas actuales”.
Como labor (contra)informativa específica
no podemos dejar de lado una de las fuentes fundamentales de ingresos de los
ayuntamientos, los turistas y la estructura que los canaliza. Pero sobre todo,
nuestro proyecto va destinado a los moradores de cada barrio, con el fin de que
conozcan y discutan la densidad histórica de las calles por las que transcurre
su devenir diario para que, poco a poco entre todos, consigamos deshacernos de
este presente eterno en el que parece que vivimos. O si se quiere de otro modo,
este proyecto intenta que aprendamos a ser turistas, viajeros, en nuestra
propia ciudad.
Cada ruta, una vez “pegada” en el espacio
urbano, será colgada en formato pdf en este blog para que cualquiera se la
pueda descargar y, si lo cree conveniente, volver a poner en los lugares que
corresponda. En aquellos casos en los que no se pueda colgar en el propio
espacio urbano intentaremos contar con la colaboración de los negocios que se
encuentren en los alrededores para que en sus escaparates hagan visible esta
información o se idearán cajetines en donde poder colocar folletos para que
sean cogidos por los viandantes. Además, cada cartel contará con un código QR
para que esta información pueda ser descargada a los móviles y tabletas. De
este modo, aunque algunos de los carteles de cada ruta hayan sido arrancados o
destruidos, siempre que quede un código QR a salvo el resto de la ruta sería
recuperable. Proponemos que la primera pegada de carteles sea colectiva, a modo
de recorrido en donde se dé a conocer y discuta cada punto, implicando a los
asistentes en la colocación de los mismos.
Como arqueólogos y arqueólogas entendemos la materialidad y
su potencialidad interpretativa de un modo amplio, desde una lasca de sílex
encontrada en las terrazas de un río, a un silo medieval, una calle o un edificio
que todavía está en uso. Apostamos por la aplicabilidad universal de la ciencia
arqueológica ya que siempre que haya habido humanos estructurando y siendo
estructurados por la materialidad es susceptible la interpretación
arqueológica, ya estemos hablando de una cabaña de la Edad del Cobre o de una
cárcel franquista. Además, sabemos el potencial que tienen los restos
arqueológicos como focos de memoria, como anclaje de las discusiones sobre
hechos históricos específicos. Las ciudades y los pueblos son ámbitos en los
que la historia y la memoria se representan en el espacio. Partimos de la idea
de ciudad como espacio en el que se plasman, y que a su vez estructura, las
relaciones sociales que alberga. Una concepción, por tanto, que enfatiza la
dimensión histórica de su formación, esto es, de la ciudad como un espacio
socialmente producido. En su materialidad los elementos urbanos no son neutros
y el urbanismo debe ser visto no meramente como un estudio de la ciudad y de
sus posibilidades de desarrollo, sino como ideología e institución,
representación y voluntad, presión y represión, establecimiento de un espacio
represivo representado como objetivo, científico, neutro.
Esta estructuración no se refleja tan sólo
en los elementos físicos del espacio urbano –trazado de los viales,
configuración de los barrios, etc.–, sino también, y de manera muy evidente, a
nivel simbólico. La ciudad alberga discursos conflictivos que forman parte de
la acción política de una multitud de sujetos sociales: ayuntamientos, vecinos,
asociaciones de distinto tipo, arqueólogos/as, etc. El problema se plantea
cuando estos discursos no se construyen desde la sociedad local, sino que se
imponen sobre ella material o simbólicamente. El conocimiento histórico jugaría
aquí un papel fundamental si asumimos con P. Bourdieu que “el conocimiento
ejerce de por sí un efecto –que me parece liberador– en todas las ocasiones en
que afecta a los fundamentos de la violencia simbólica”, ya que nos ayudaría a
deconstruir los discursos que buscan legitimar y estabilizar las relaciones
sociales y políticas de dominación mediante la defensa de la crítica y la
fundamentación de la protesta.
Por último, Combates por la Historia surge como una iniciativa de AMTTA, pero
que desde el principio se ha adoptado y desarrollado por otras asociaciones de
arqueólogos e historiadores a nivel estatal. Esperamos que otras asociaciones
puedan unirse a este proyecto colectivo o importarlo, modificarlo y/o adaptarlo
a sus contextos locales.
Siguiendo de nuevo a L. Febvre podemos
decir que “La Historia responde a las preguntas que el hombre de hoy se plantea
necesariamente. Explicación de situaciones complicadas en cuyo ambiente el
hombre se debatirá menos ciegamente si conoce su origen. Recuerdo de soluciones
que fueron propias del pasado -y que, en consecuencia, no podrán ser en ningún
caso las del presente-. Pero entender bien en qué se diferencian el pasado del
presente, ¿no es una gran escuela para el hombre alimentado por la Historia?”.
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